Soy un Ingeniero Electrónico egresado de la UNI, que se ha dedicado toda su vida  a trabajar en el área de sistemas. Estoy casado y tengo tres maravillosos hijos. Estudié mis primeros años de colegio en el Winnetka, en Chaclacayo, y luego en la Cantuta, en Chosica.  Mis padres me pusieron en el Leoncio Prado para mejorar mi educación. Llegué al Colegio sin tener idea de lo que era, y recuerdo lo asustado que estuve el primer día, pero me tranquilizó un poco al ver que yo no era el único. Recuerdo también como si hubiera sido ayer a. nuestro primer monitor, Velazco. No nos pudo tocar otro peor. Recuerdo también las salidas del comedor, donde todos los chivos y vacas se agalopaban en la puerta para «pescar» algunos perros. Afortunadamente había un grupo de chosicanos al cual me integré y permitió pasar las noches de cafetería gozando de paz  y tranquilidad. Y en busca de esa tranquilidad buscaba en que taller o deporte ingresar para tener una vida mas relajada dentro. Así estuve en el club de tiro primero, saliendo todos los días hasta el polígono de tiro del Rimac, y después a fines del tercer año ingrese al club de atletismo al que pertenecí hasta que salí del colegio. El colegio me deja primero el valor de la amistad, esa forjada en circunstancias duras, pero que se mantiene intacta hasta ahora. Me hizo conocer que  el Péru es «más ancho y ajeno» por medio de todos los compañeros con los que compartí. Me enseñó por medio del deporte, que para alcanzar las metas se debe trabajar muy duro con mucha disciplina, y que los deportes se ganan en las fases previas de planificación y preparación, y el resultado de la competencia es un resultado de lo anterior. Y que soporte de todo lo anterior es la moralidad expresada en abrazar valores sólidos que me permitieron transitar por la vida en línea recta.

¡Alto el pensamiento!