Yo vengo de un padre militar. Y como lo destacaban siempre a lugares diferentes, he vivido en muchos lugares, por lo que no tuve amigos. No me acuerdo con quién estudié la primaria o la secundaria. Cuando estaba por ingresar a tercero lo destacan a mi papá a Puno, Pomata. Mi hermano ingresó al a universidad de Puno y mi hermana ingresó al colegio primario allí. Yo no quería ir, así que convencí a mi mamá para que deje quedarme y lo convencimos a mi papá para ingresar al Leoncio Prado. El primer año los visité y después aprovechaba mis vacaciones para hacer inolvidables viajes con ustedes. Nos fuimos al norte hasta Piura, retornando con el terremoto de 1974 recuerdo. Después viajamos tirando dedo hasta Arica, Chile, pasando inolvidables experiencias juntos. Entrar al colegio para mí fue una salida para poder quedarme en Lima.

En ese tiempo, tus familiares me encargaron a una tía, que tenía como nueve hijos. Y mi tío siempre me preguntaba cosas que no sabía, haciéndome sentir mal, por lo que no me gustaba quedarme en esa casa. En ese entonces, en tercero, yo dormía en el camarote de abajo, el pollo dormía arriba, Tato dos camas más allá, y Chicho junto con el Chino. Y como el Pollo vivía en la Perla a cuatro cuadras del Colegio, muchas veces cuando salía iba a su casa. ¡Para mí eso fue vida porque me trataban como un hijo más!.

Cada vez que yo hablo del Colegio Militar, sobre todo cuándo estás fuera de país, a mis hijos o familiares, lo que me enseñó el Colegio Militar es lo mismo que a ustedes, la disciplina y el trabajo que te ayuda cuando estás fuera y empiezas de cero. Yo empecé trabajando en el Banco de Crédito en el Centro de Cómputo, ellos me mandaron a estudiar a IBM. Cuando llegué a EEUU yo no podía trabajar por los papeles. Situación muy difícil que tuve que superar con esfuerzo y dedicación. Esas cosas que aprendimos en el Colegio, el soportar la presión y ser resilente, aunque parezca mentira,  me sirvieron mucho para salir adelante. El colegio  ¡Nos preparó para la vida!